miércoles, 26 de septiembre de 2012

ACOMPAÑANTES EN LA ECOGRAFIA DEL EMBARAZO

"Doctor, ¿ hasta cuántos podemos pasar ?"  es una pregunta real que he tenido que escuchar al comenzar una consulta con una embarazada. Me lo decía un acompañante que con gran número de familiares ( más de cinco) habían acudido con gran jolgorio a ver al feto de esa gran familia unida.

La consulta médica de la embarazada tiene una herramienta potentísima: el ecógrafo. No sólo es ecografía lo que el profesional debe aportar, pero es una exploración fundamental. El ecógrafo es el fondendo del ginecólogo.

Sin embargo en los últimos años, la exploración ecográfica del feto adquiere tal relevancia que puede desenfocar, en especial en la medicina privada, lo principal: el estudio del feto, sus órganos, su crecimiento, y hemodinámica. Porque al final lo importante es la foto, "verle la carita", y que alguien te garantice rápida y mágicamente que "todo está bien".

La batalla está perdida. Solo podríamos lograr algo si todos los profesionales quisiéramos renunciar al recurso fácil de explotar el aspecto sensible, y corregir la inercia social. Y sé que por ahí muchos colegas no van a entrar.


I.- La ecografía fue introducida clinicamente en los 80 con la aportación previa del britanico Ian-Donald.
Desde entonces la evolución de la tecnología ha sido velocísima. La introducción del Doppler como herramienta, y la posterior ecografía 3D-4D desde hace aproximadamente 10 años.
No es comprensible ( aunque aun ejercen) obstetras que no dominen la técnica ecográfica; pedir ecografía a otro profesional por rutina es inconcebible hoy en día.
Con la ecografía vemos órganos, medimos parámetros, evaluamos placenta y líquido amniótico, sospechamos malformaciones cerebrales o cardiacas, intestinales, renales, de pared abdominal, de extremidades, del rostro, de columna cerebral; detectamos retrasos de crecimiento, anemia fetal y aun más sabemos en qué momento muchas patologías obligan a la extracción fetal. No es que se aprecie la anatomía, sino que damos un valor clínico al hallazgo, dentro de esa personita que nacerá; sabemos qué van a seguir estudiando nuestros amigos los neonatólogos cuando nazca, y hablamos con ellos si hay una enfermedad fetal.
Actualmente se está investigando analizar el comportamiento fetal por su rostro, su alegría o dolor...

II.- Pues todo eso, tan dificultoso, tan "técnico" convive con el aspecto social y/o comercial. Es lógico que la embarazada atraiga ilusión familiar, curiosidad por saber el sexo del bebé, así como necesidad de saber que las cosas se desarrollan correctamente. No soy un médico frío que no entienda el aspecto social del embarazo.  Engendrar un hijo es  algo no digo bonito, sino extraordinario y maravilloso, un puro milagro, no me van a ganar a superlativos. Acercarse así con ilusión mezclada con algo de miedo por esta maravilla de ser padres es algo normal de la pareja, y también en cierto modo de sus familiares cercanos.
Pero no me parece razonable irrumpir en esa intimidad que la gestante y su pareja llevan a la consulta. Son ellos los protagonistas. Es un ámbito  íntimo, de cercanía, de vivir el embarazo con tranquilidad, con sosiego para poder hablar con el médico, para comentar molestias, dudas o miedos. La ecografía debe permitir explorar al feto y su ambiente, comprobar medidas, tablas, poder escuchar muchas otras cosas que cuenta la embarazada, y que quizá solo es razonable sepa su círculo más íntimo.

No me parece razonable que entren un grupo de más de dos personas, aunque lo desee la embarazada. Eso ya no es una consulta. La consulta no es un circo. No hemos ido al brujo, ni a una proyección de un cine de verano, con pipas y refrescos. No se puede entrar "como elefente en cacharrería"-expresiva metáfora española-, a una consulta por muy jovial que viva el embarazo la familia extensa, haciendo gracietas, y preguntando solo si su prima va a tener un niño o una niña. No puede empezar a contar batallas la abuela sobre cómo fue su embarazo y cómo le oían el latido fetal con una "trompetilla", mientras intentas ver el cerebelo y la fosa posterior del cráneo fetal. No es razonable que todo el mundo en simpática algarabía comente con rotundidad lo primero que le parece que está viendo en la pantalla, o quejarse (" pues yo no veo nada", "vaya imaginación que tiene usted"), para finalmente preguntar si "todo está bien" ( todo !, ahí es nada), y solicitar fotos, vídeos, DVDs. Y "adios" hasta la próxima sesión de cine.

III.- El embarazo no es una enfermedad, está claro, pero sí está sujeta a un razonable y variable control sanitario según la situación, y eso también incluye alguna exploración ecográfica; todo dentro de una amabilidad, y afecto profesional que acompaña ese periodo lleno de miedos e incertidumbres.
Acompañantes, sí, al menos la pareja. No vamos a explorar la poco interesante vesícula biliar, sino a una persona en formación dentro de otra persona.  Acompañantes, sí pero más de uno (o dos ?) NO ! La intimidad, la exploración vaginal inicial cuando es precisa, la información, reservada a la gestante, las explicaciones cuando hay un problema, etc me hacen aconsejar pocos acompañantes a una embarazada. Tiempo tendrán los abuelos de ver al nieto, o los tíos al sobrino; mil maneras habrá de mostrar afecto y cariño.

Espero que mis palabras no os parezcan exigentes o serias. Brotan de un afecto leal al feto y a sus padres. Tecnología, sí. Alegría, también. Pero dentro de una normalidad, un respeto y un ámbito sanitario y profesional.