jueves, 12 de septiembre de 2013

EL PADRE, PRESENTE EN EL PARITORIO, POR SUPUESTO.

Hace no demasiados años, la mujer  tenía prohibida la compañía durante la dilatación y expulsivo del parto. Hoy en día nos parece inconcebible que se encontrara sola. Sin embargo, no es raro según qué hospitales y qué médicos, que aun hoy se invite a abandonar el paritorio al acompañante si el parto va a ser instrumental ; en la cesárea es excepcional hoy en día la presencia de acompañante.
El padre del recién nacido, por otra parte, tiene una características especialísimas que le convierten, a mi parecer, en coprotagonista  muy recomendable.

Para centrar el asunto me referiré a lo que nos dice en España la  Guía de Práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal publicada en 2010 por el Ministerio de Sanidad y Política Social, en relación con el Acompañamiento de la mujer durante el parto afirma:
"Lo que sí se ha impulsado en nuestro contexto es el acompañamiento por parte de la pareja, familiar, o persona elegida por la mujer, considerándose un factor que aumenta su bienestar y parece mejorar los resutados del parto(...) Se recomienda facilitar el acompañamiento de la mujer durante el parto por la persona de su elección". (nivel de recomendación A).

I.- NECESIDAD DE COMPAÑÍA. No es que debamos los sanitarios tolerar el que una mujer tenga acompañamiento, sino que debemos facilitarlo, impulsarlo de manera activa. De tal modo que debemos preocuparnos vivamente ante el hecho de que una mujer esté sola en ese trance del parto (en su expulsivo y dilatación). 
El ser humano se caracteriza, entre otras cosas, por su dimensión social; el zóon politikon del que ya hablaba Aristóteles. La soledad, si no es voluntaria y libremente elegida, es un ámbito menos oportuno para vivir, y especialmente menos apropiado para pasar momentos de dificultad, dolor, o miedo. La mujer de parto tiene ilusión, pero también temores y miedos. Miedo al dolor sobretodo, miedo a no ser capaz, a no dar la talla, a que el bebé no esté sano...
Es bastante intuitivo, pero además está científicamente demostrado, que estar acompañado mejora la ansiedad y disminuye la percepción de cualquier dolor, también el  del parto.

El apoyo continuo de las embarazadas durante el parto está estudiado por la OMS, y existe una revisión Cochrane al respecto, actualizada en 2007:
"El apoyo continuo reduce levemente la duración del trabajo de parto, aumenta las probabilidades de parto vaginal espontáneo y reduce de la necesidad de analgesia intraparto. Las mujeres que reciben apoyo continuo tienen menos probabilidades de manifestar insatisfacción con sus experiencias de parto. Este comentario argumenta que las objeciones frecuentes a la implementación de esta intervención pueden resolverse fácilmente."

II.- DEL PARITORIO COMO AREA QUIRURGICA A LA HABITACION DONDE NACE EL BEBÉ.

 En los Tratados de Obstetricia antiguos no se decía una línea del acompañante durante el parto. Incluso podían leerse frases del tipo Debe evitarse la presencia de personal inútil en el paritorio. El parto era considerado un acto básicamente médico. Con buena intención, pero bajo enfoque equivocado, se pretendía eliminar gente que no pudiera ayudar, como si fueran meros espectadores curiosos que se acercan a un accidente de tráfico o a ver una operación quirúrgica. Lo que prevalecía era la idea de: retirar a los curiosos para dejar trabajar a los médicos y matronas, tranquilos (!)  El padre, o el acompañante, no saben obstetricia, y no pueden resolver una situación comprometida; "no ayudan"(?!), por tanto deben ser amablemente no admitidos. Ese era el enfoque.  El padre debe quedarse fuera, fumando. Sí, en las películas de cine, los padres esperaban fuera durante el parto, fuera fumando mientras desde la habitación se pedía mucha agua y toallas.
El paritorio o sala de partos era considerado un ámbito semiquirúrgico, este es el concepto que sustentaba esa filosofía equivocada.

Hoy en día, decimos que el parto debe considerarse algo normal y fisiológico que hay que asistir.  Todo el mundo dice ya que el parto es algo natural. Pero no vale solo con decirlo; hay que realizarlo y comportarse así. Una sala de partos es un ámbito hospitalario, pero además debe ser amable; existe tecnología cerca y a mano, pero un parto no es algo tecnológico en sí.

El acompañamiento durante el parto no anula el principio de Intimidad, tan recomendable. Acompañamiento no es multitud, no es clan, no es jolgorio o ruido familiar. Ya me referí a lo desafortunado de un número excesivo de acompañantes en la ecografía del embarazo. De igual modo, en la sala de partos, la discreción es necesaria, mucho más todavía que en la consulta.

III.- Y EN EL PARTO INSTRUMENTAL O EN LA CESAREA, ¿DEBE HABER ACOMPAÑANTE ?

En el parto instrumental, ventosa o forceps, sigue siendo recomendable que permanezca el acompañante que iba a estar en el parto eutócico, si lo sigue deseando.
Los médicos hemos invitado/ordenado  salir al acompañante cuando íbamos a usar la ventosa o el forceps. La  argumentación era ahorrar la presencia del acompañante ante un parto "poco bonito" y protegerlo para que no se pusiera nervioso -aunque la madre estuviera sola(?)-.  Por otro lado, un parto instrumental puede incomodar o poner en aprietos al obstetra que argumenta estar más cómodo sin observadores no sanitarios. Además el miedo a las denuncias médicas, o a que el acompañante interprete algo como erróneo acababan por expulsar al acompañante. Este enfoque, desde mi punto de vista, se basa en la desconfianza.

Pues bien, mi experiencia es justo la inversa. Al acompañante  se le ofrece quedarse tras explicar el tipo de asistencia que se va a realizar. Y cuando desea quedarse,-que es casi siempre-, la experiencia es muy positiva: Entienden mejor el parto y sus tiempos, pueden apoyar mejor a la parturienta que al verse ante un parto instrumental, además de cansada, puede desanimarse. Al permanecer, en caso de parto instrumental, el acompañante conoce mejor nuestro trabajo. Nos ven actuar, y entienden mejor lo que pasa. Y se alegran mucho más del resultado. Es habitual un "muchas gracias" emocionado. Cuando dices que vas a ayudar con ventosa o forceps, el acompañante no entiende que le echen, aumentando además sus sospechas o desconfianza al no saber "qué pasa ahora allí dentro" (¿por qué me habrán echado?)
La opinión familiar sobre el equipo sanitario mejora manteniendo al acompañante dentro, que además valora más la dificultad y el buen hacer en la resolución de la dificultad por los sanitarios. No hay truco, ve lo que pasa, no hay desconfianza.

En el caso de la cesárea, la posibilidad de mantener al acompañante en el quirófano está limitada por dos factores: a) la existencia de un espacio apropiado que no interfiera con el personal quirúrgico-no olvidemos que la cesárea sí ocurre ya en un quirófano-, y b) por el hecho de que los sanitarios,-anestesistas sobretodo y obstetras también-, asumamos la peculiaridad de un nacimiento. En especial las cesáreas que no son urgentes deben ser las primeras en las que se introduzca la posibilidad de que la mujer no esté sola. Hay que habilitar espacios y tenemos que convencer a casi todos los anestesistas y a buen numero de obstetras para introducir esta práctica. Si a veces al obstetra le cuesta verlo, imaginemos a un anestesista, que lo mismo está en una cesárea que en una fractura de tibia.

IV.- LA IMPORTANCIA DEL PADRE EN EL PARTO

El padre es el acompañante habitual y yo diría incluso, natural, de la mujer de parto. No hablo de una obligacion. Hablo de algo conveniente, desde mi punto de vista, en la mayoría de los casos. ¡Qué importante es para un padre estar con su mujer, y contemplarla en ese trance del parto!
Existen obstetras (Michael Odent, p.ej.) que tienen objeciones a la presencia del padre en el parto, y consideran el parto un ámbito "femenino". En este aspecto discrepo con esta visión, que me recuerda a esos padres a los que me refería antes que esperaban fuera antaño, al considerar el parto algo "de mujeres".  El parto lo realiza la mujer, sólo ella es madre, está claro.  Pero desde mi punto de vista, hay una antropología profunda que hace del parto no un hecho aislado, sino una culminación de un proceso de generación de una nueva persona. El ámbito sexual como inicio de esa vida desde dos gametos, le introduce en un ambito parental por su propia naturaleza. El parto es la eclosión de ese ser humano en itinerario formativo desde que dos (padre y madre) lo crearon, y  posteriormente ha sido gestado solamente por la madre con su maravillosa y exclusiva capacidad de lecho útero-placentario.
¡Cómo no va a estar normalmente el padre en el parto si así es su deseo!  El padre es genéticamente tan propietario del hijo como la madre.

La presencia del padre está a veces eclipsada en nuestro mundo. La peculiaridad maravillosa de la madre, tan necesaria, pues además es el continente de ese feto, no puede llevarnos a la conclusión de que nadie más hace falta. Una vez engendrado el embrión es cierto que el concurso masculino no es necesario para su continuidad; pero esa verdad biológica, es una mentira vital. Entiendo que existen a veces otras circunstancias de madres  solteras o sin pareja sobre las que no nos referimos ahora.
La figura del padre es fundamental en la vida posterior de ese bebé, y también en su inicio en paritorio si así lo desea. Negar que  el padre sea necesario es en cierto modo faltar a la verdad, de igual modo que si dijéramos que una vez nacido, el bebé ya 'no necesita' en sentido estricto a su madre, puesto que podría apañarse con los cuidados  del otro progenitor.
El padre es además de coartífice, el primer 'tercero' que aparece ante esa unidad natural madre-hijo.

V.- FINALMENTE.  La mujer de parto no está en un proceso quirúrgico. No está con apendicitis o con cólico renal. No es que sea conveniente tener la compañía del padre. Es que el niño que va a aparecer es también hijo de ese señor que está ahí lado. Por eso el padre es el acompañante ideal, si así lo desean ambos, y no debe impedirse su presencia.
He visto padres como castillos, sollozando emocionados. Y he visto miradas agradecidas por haberles permitido ese espectáculo, y ese 'mal rato' tan maravilloso. Al final del todo, estas experiencias son las que nos ratifican que está muy bien poder nacer con papá y con mamá.